Viernes 24 de Abril del 2015, subo a Begues con mis hijos al salir del cole a
recoger los dorsales de la Ultrakids que van a disputar al día siguiente. No hay
mucha gente, pero hay algo en el ambiente que me comienza a atrapar.
Sábado por
la mañana, veo alguna de las salidas de las diferentes distancias de la ULTRA
mientras espero que sea el turno de correr de mis hijos, una semillita se ha
plantado en mi cerebro.
Mis hijos con Luis Alberto Hernando, Campeón Mundial de Ultra Trail Skyrunning.
Sábado por la tarde, bajo con mi hijo pequeño a jugar a fútbol mientras a
través del whatsapp, en el grupo de amigos del Gavà Triatló con los que suelo
entrenar, vamos haciendo seguimiento de David, que está realizando la UTBCN en
la distancia de 100 kms. Juego con mi hijo, pero tengo la cabeza en otro sitio,
viendo que un compañero le había acompañado durante unos kms para hacerle
compañía, pienso que como no se me ha ocurrido hacer lo mismo, pero ya es
demasiado tarde. O no. No recuerdo si mi hijo colgó la pelota o se dio un golpe,
el caso es que subimos antes de tiempo a casa, y haciendo cábalas de tiempo y lo
que le quedaba, tenía una oportunidad de acompañarle los últimos kms. Él me vino
a acompañar en el running cuando acabé mi primer Half Ironman y tenía una deuda
pendiente. Decido jugármela a ver si estoy a tiempo, me cambio, cojo el coche y
me voy para la ermita de Bruguers, que es el último avituallamiento. Al cabo de
un rato aparece, muy entero para llevar más de 90kms en las piernas, y le
acompaño los últimos kms.
Se hace de noche, y corriendo por la montaña sólo con la luz del frontal,
siento una magia, algo imposible de explicar, de describir, un sentimiento que
tenemos muy a menudo cuando somos pequeños, y que a medida que nos hacemos
mayores cada vez nos cuesta más encontrar, de sentir. En ese momento supe que
algún día yo haré esa carrera.
Desde entonces la semillita en mi cerebro fue creciendo y tomando forma,
quería estar al año siguiente en esa carrera, en la distancia de 70km, y poder
volver a sentir esa magia. Quedaba un año, había tiempo para prepararla. O no.
Pasan los meses y las posibilidades y las ganas de entrenar disminuyen. Desde el
nacimiento de Noa y el comienzo del colegio de mis hijos y sus competiciones,
entrenar es cada vez una misión más difícil de cumplir. Creo que para
esta nueva entrega de "Entrena como puedas" han cogido al mismo guionista que la
de "Misión Imposible". A medida que se acerca la fecha me quito de la cabeza
hacer la distancia de 70 y opto por la distancia maratón. Pero tampoco estoy
preparado para hacer esa distancia en condiciones después de arrastrar molestias
en el gemelo desde Enero, y después de pensar en no apuntarme, tomo la decisión
correcta y me apunto a la de 21km, no me podía permitir no asistir a la
cita.
Viernes 29 de Abril del 2016, ha pasado un año intenso en mi vida sin casi
darme cuenta. Subo sólo a Begues a buscar los dorsales, hace una tarde
desapacible, desangelada, a la hora que voy no hay ambiente, no siento la magia.
Recojo el dorsal como si fuera algo rutinario, otro check list a añadir a la
lista interminable de tareas que tengo que hacer durante todos los días. Por la
noche preparo las cosas mientras miro antes de irme a dormir el briefing de la
carrera por YouTube, como el mal estudiante que estudia a última hora. Había
hecho los días antes una lectura en diagonal del perfil de la carrera, y según
veía ahora en el vídeo, iba a ser más duro de lo que me había pensado. Tantas
cosas por hacer a lo largo de los días, que la carrera se había convertido en
"una cosa más para hacer", más que una ilusión. Me da igual el perfil, estoy
cansado, yo sólo quiero dormir.
Sábado a primera hora, las predicciones se cumplen y cae una fina lluvia.
Mallas largas o cortas?. Cortas y que sea lo que Dios quiera. Me encuentro
puntualmente con Joan, vecino y padre de un compañero de club de mis hijos, que
va a realizar la maratón, para subir a Begues. Subimos casi en silencio, de
banda sonora llevamos una música tranquila y el ruido suave de la lluvia y el
ritmo acompasado del limpiaparabrisas. Tenemos un invitado que ha venido a
aguarnos la fiesta, la lluvia, pero como diría la canción "aunque hoy ha
llovido, hay camisas al Sol". Vamos bien de tiempo, yo demasiado bien, ya que yo
salgo una hora más tarde. Estoy tan acostumbrado a ir siempre corriendo a los
sitios, que cuando tengo tiempo de sobra me colapso, no hago más que buscar el
botón de avanzar el momento hasta llegar hasta lo siguiente importante que me
toca por hacer. Se que en un momento u otro antes de la carrera tendré que ir a
hacer mis necesidades, a cagar, vamos, pero quiero retrasarlo todo lo que pueda
para tener que ir varias veces. Veo salir la distancia maratón, una hora por
delante para terminar de dejar la mochila y evacuar cosas de mi cuerpo. Falta
casi media hora y llaman para hacer la revisión de material. Es la primera Ultra
que hago y decido ir de los primeros, por si me he dejado algo o sale algún
contratiempo. Agua, móvil, geles marcados con el dorsal: correcto, puedes pasar.
Falta mucho para la salida y me estoy meando otra vez. Meando mucho. Salgo a
buscar un sitio para hacerlo? Pasan los minutos, como puede ser que habiendo ido
al lavabo hacía poco tenga esta necesidad tan grande?. Decido salir, me la
juego, hay tiempo. Buena decisión. Falta poco para la salida, el speaker le
quiere dar un tono épico diciendo que nos va llover durante la carrera. No nos
lloverá en toda la carrera, como diría el chiste "vaya mierda de adivino". Me da
bastante igual si llueve o no, sólo intento poner en marcha un podcast para
escuchar durante la carrera. Nunca oigo música en las carreras para sentir el
ambiente y centrarme en la carrera, pero en esta me apetecía, como el niño que
le pone mucha salsa al plato que no le gusta para hacerlo más llevadero.
Salimos, no llueve. Primeros metros por el pueblo al trote, no hay prisa. Al
poco comienza la subida, primero leve, pero poco a poco va aumentando el
desnivel. He venido con la idea de "un día en la montaña", más que una carrera
para sufrir, pero quiero intentar correr la mayor parte que pueda del recorrido,
y más al poco de comenzar. Llevamos un rato subiendo, y de repente me doy cuenta
de que no hay mucha diferencia de ritmo entre uno que va andando a mi lado y yo.
Me sentía estúpido viendo que íbamos a un ritmo parecido y finalmente opté por
andar también un poco, lástima porque la subida estaba a punto de terminar.
Después de bajar y sumar km's, llegamos a primer avituallamiento en el km 6
aproxidamente, justo antes de comenzar la primera subida importante, la Morella.
Se forma un cuello de botella en el que obligatoriamente has de comenzar la
subida en fila india. Esperando parado mi turno para empezar la subida es donde
me comencé a dar cuenta de que es una carrera diferente: olvídate del crono,
esto es la montaña. Ir en fila sin poder avanzar tiene sus ventajas e
inconvenientes: te agobias por no poder pasar al de delante y te sientes
incómodo por si estás entorpeciendo al de detrás. Por otro lado te da paz interior, no te sientes culpable por no correr, se trata sólo de
relajarse y disfrutar del paisaje. Llevamos un buen rato subiendo tranquilamente
y por momentos me veo apareciendo el tío ese que dice "montamos una mesa o
que?". Son varios km's de subida, y ya no sé si estoy en una carrera o en una
excursión con mi familia buscando un descansillo con buenas vistas para sacar el
tupper y el bocata. Como no llevo bocata, me tengo que conformar con un gel.
Culminamos la primera subida, y el comienzo de la bajada también se ha de hacer
el fila y con mucho cuidado de no resbalar por el fango que se había formado por
la lluvia. Luego la zona de bajada se amplia y bajando a todo trapo me siento y disfruto como un niño pisando charcos. Como en la vida, hay que disfrutar en las bajadas, que ya
vendrán las subidas para sufrir. Paso el ecuador de la prueba, miro el reloj y
veo que mis previsiones de tiempo las había hecho sin pensar mucho en el perfil.
Hay algunos tramos de subida, que si que se pueden hacer corriendo, pero mi
mente se ha relajado andando en la anterior subida y ahora me cuesta mucho
correr todo el rato, alternando trotar y andar algunos tramos. En una de las
bajadas, hay una vista preciosa, voy juntos a dos guiris. "It's so beatiful!!"
le salió de dentro a uno, "Yeah! its
true!" pensé para mi....bueno no, en realidad pensé, "coño!, pues es verdad!". Realmente, el
entorno es una pasada, a veces tiene que venir alguien de afuera para
recordarnos lo bonitas que son las cosas. Como diría mi amigo Paco, vivimos en
un entorno privilegiado. Unos km's más tarde llegamos a la última subida
importante, cada vez me noto más cansado y comienza los primeros pensamientos
negativos, eufemismo de "comenzaba a estar hasta los cojones de subir y subir".
Se me ha acabado el agua, normalmente hago salidas de unos 15 kms y no llevo
agua, así que había cargado la mochila de hidratación con muy poco agua, error
de principiante. No paro de chupar el tubo, pero ya no sale nada de agua, por lo
menos me entretengo un rato haciendo el tonto, como el que sorbe una pajita en
un vaso vacío. Llegamos al último avituallamiento, faltan pocos kilómetros, veo
que hay mucha gente y decido pasar de largo y finiquitar ya el tema, tenía ganas
de acabar ya. Eso si, asegurándome que cogía el camino correcto para la
distancia Speed, porque allí se bifurcaban las diferentes distancias y no estaba
yo para perderme, que con lo despistado que soy no es nada descartable. Los
últimos kms se hacen eternos, se estiran como un chicle, menos mal que la parte
final es en bajada. Km 21 y aún no hemos llegado al pueblo, "arbitro la hora!",
que rabia da que el reloj te marque la distancia de la carrera y aún te falte
para llegar. Tenía tantas ganas de llegar, que mientras voy pensando que como me
venga uno a darme un folleto de otra carrera cuando llegue a meta, se lo hago
tragar, entero. Entro en el pueblo y busco a mi familia que venía a verme, pensar
en verlos en meta siempre me alivia un poco el sufrimiento final de las
carreras. Últimos metros con mis hijos, otra meta más cruzada, otra experiencia
más vivida.
El año que viene, si todo va bien, volveremos a darle una vuelta de tuerca
para hacer la maratón e ir cogiendo experiencia y preparación para algún día dar el salto a las siguientes distancias, la de 70 km y la de 100 km.
Por que yo sé que la magia existe, porque yo la sentí, porque la quiero volver sentir.
Y por que como siempre me dice mi padre, "Hijo
mío, espero que no se te meta un día en la cabeza tirarte por la ventana, porque
se que lo harás". Porque una vez plantada una semilla en mi cerebro, se que
algún día florecerá, verdad Noa?.
Reportaje Teledeporte UTBCN 2016
https://www.facebook.com/UltraTrailBCN/videos/1211719255535727/