jueves, 19 de octubre de 2017

Una lluvia violenta y salvaje

Llovía con violencia, era de noche.  Y decidí salir a correr. Las gotas caían salvajemente sobre mí como si fueran pequeños martillos líquidos en la oscuridad. Parecía que se iba a acabar el mundo, y yo quería sentirme más vivo que nunca. Comencé a correr como si fuera un niño, sin freno, sin ataduras, corriendo todo lo deprisa que daban mis piernas y mi corazón, sin hacer caso a la cabeza. Chillaba mientras corría, quería sacarlo todo, depurarme, dejarlo todo atrás, mirando sólo hacía delante. Cuando no pude más, paré y entre jadeos me arrodillé y mirando al cielo, abrí la boca para dejar entrar dentro miles de agujas de agua para saborearlas, las gotas abollaban mi piel, el dulce olor de la lluvia me embriagaba, mis ojos intentaban captar algo de luz en la oscuridad, mientras el sonido de las gotas al estallar con el suelo me daba una profunda sensación de paz. Mis sentidos trabajaban a toda máquina, buscando la felicidad de simplemente sentir. Por un momento alcancé la plenitud, mi cabeza no pensaba, mi cuerpo sentía. Estuve unos instantes arrodillado, exhausto y feliz,  empapándome de vida. Me levanté y caminé lentamente hasta casa para poder alargar un poco más el momento,  tenía que volver, pero lo quería hacer eterno, porque las cosas son sólo eternas mientras duran.


En realidad no salí. Estaba viviendo a través de mis pensamientos mientras veía la lluvia caer a al otro lado del cristal, cansado de ir siempre con paraguas por la vida.


Volver a empezar

Y ahora no te da pereza volver a empezar?. Es la frase que más repetían después de nacer Noa. No te da pereza volver a cambiar pañales, volver a no poder dormir por las noches, volver a no poder echarte una siesta?. NO, rotundo, sin fisuras, sin dependes.

Es volver a tener a una vida en tus brazos, en tu corazón, en tus pensamientos. Es volver a derretirte cada vez que sonríe, es volver a estremecerte cuando te da un beso o dice Papa, es volver a sorprenderte cuando tus dedos son su primer juguete, es volver a emocionarte a través de sus emociones de todas sus primeras veces. Es volver a sentir algo que no puedo o no se escribir, o igual es que un sentimiento no se puede nunca llegar a escribir, porque son precisamente sentimientos, no palabras 

Volver a empezar, siempre he pensado que hay mucho de redentor en esta frase. Volver a hacer las cosas pero sin cometer los mismos errores, sintiéndolo todo más, disfrutándolo todo más. Dicen que uno al final se arrepiente de dos cosas en la vida: de lo que no ha hecho y de no haber sentido y disfrutado al máximo lo que ha hecho. La cabezonería, la no rendición, la suerte, el destino, realmente no lo sé que ha sido, pero lo que sea que haya sido, por esta vez me ha permitido evitar estas dos cosas. He hecho lo que sentía y quería, lo que ardía dentro de mí. Y si, lo estoy disfrutando.

Pero no me gusta ser un hipócrita, detrás de todo, detrás de la vida de postureo que todos llevamos en que todos aparecemos en fotos sonrientes y todo es maravilloso, hay un “making off”, una cara B. Hago menos deporte y tengo más kgs, tengo menos pelo y más canas, he tenido que renunciar a muchas cosas, a muchos placeres. He tenido que aprender a vivir y disfrutar a través de la vida de mis hijos, porque ya es la mía. Sientes muchas veces que no llegas a todo y a todo vas tarde, y tienes que vivir con un nivel de stress mucho más alto, que te lleva al límite muchas veces, un límite que a veces te sobrepasa y te convierte por momentos en la persona que no quieres ni deberías ser. He vuelto a la casilla de salida, y hay veces que piensas que esta partida ya la has jugado, ciertas cosas sientes que ya no tocan, que ya has estado ahí y que has perdido la ilusión de la primera vez.

Este volver a empezar me ha traído más vértigo en mi vida, vértigo porque todo pasa muy rápido, y vértigo de miedo a perder lo que tengo. Seguramente este vértigo es el precio a pagar. Lo acepto. Y lo pago.

Volver a empezar? Siempre. Que nos quedará el día que no haya un “volver a empezar”?.

martes, 12 de septiembre de 2017

Te lo tenía que decir

Te lo tenía que decir.

Nos pasamos la vida con reproches,  y así, al ritmo de “te lo tenía decir” van pasando los años y dejamos pasar momentos de felicidad, convertidos en amargor y decepción continua.

“Pero es que te lo tenía que decir”…..mientras naufragamos en un mar de obligaciones, que no nos dejan disfrutar del viaje y que nos impiden llegar al puerto de la felicidad.

“Pero es que te lo tenía que decir”…..y la vida transcurre en una sensación interminable de vacío, en un abismo donde reina la infelicidad, la más absurda de las infelicidades. La infelicidad que no es necesaria, la infelicidad gratuita, la infelicidad que no nos merecemos. 

“Pero es que te lo tenía que decir”…..y porque no me das un abrazo mientras me dices que me quieres.


Por qué te lo tenía que decir. Por qué te quiero.