La previa
Esta temporada no quería caer en el "síndrome
del camarero", que consiste en ir corriendo de un sitio a otro llegando
siempre tarde a todas las mesas, a todos los sitios. Había realizado menos
reservas de mesas, de "cosas para hacer", y dedicarme realmente sólo
a las que me me iba a dar tiempo a atender: familia, trabajo y entrenar lo que
se pueda.
La semana de la
prueba está llena de tópicos, que pasan desde los nervios, ganas de empezar,
continuos pensamientos de "debería haber entrenado más", pesadillas
de que llegas tarde el día de la prueba, multitud de pequeños detalles a
preparar que podrías haber hecho antes, como comprar los geles y barritas para
la prueba, comprar la pila para el cuenta km's de la bici, etc. Da igual el
tiempo que tengamos para hacer las cosas, existe el teorema de "corre que no llegas", que consiste
en una aceleración de la variable tiempo a medida que se acerca el momento que
tienes que tener algo hecho, a la vez que crecen exponencialmente la cantidad
de pequeñas cosas por hacer. Da igual el tiempo que tengas para hacer algo, que
lo tendrás que hacer siempre todo corriendo a última hora, el ser humano es
así. Y yo para eso soy muy humano.
Salimos hacía
Vitoria el viernes por la mañana, para llegar tranquilamente a mediodía. Una de
las razones por las que escogí la prueba era porque estaba relativamente cerca.
Bueno, eso y que se nadaba en un lago y "teóricamente" con neopreno.
A pesar de la ola de calor que asolaba toda España, en Vitoria esa semana las
temperaturas no habían sido muy altas, a priori el neopreno estaba asegurado.
Pero cuando llegamos a Vitoria y salimos del coche, caía una
"chicharra" considerable. Comienzo a ponerme un poco nervioso, el tema
del neopreno empezaba a no tenerlo muy claro. Aunque en realidad, ya sabía que
ese día iba a hacer mucho calor y que luego bajarían las temperaturas, había mirado el tiempo durante la semana
"sólo" unas cuantas miles de veces.
Ya en el hotel,
comienzan los primeros "whatsapp" entre el grupo de los que íbamos a
Vitoria. Javier, compañero de equipo que debuta en la distancia full, y que
tenía un amigo de la zona, envía un mensaje diciendo que el Domingo pasado la
temperatura del lago estaba a 26 grados, lo que prohibiría el neopreno. Es
justo leer el mensaje y ponerme más nervioso que Rajoy teniendo que dar una
conferencia en Inglés sin chuleta. A pesar de que era algo que podía pasar,
este escenario no lo había contemplado. A partir de ese momento comencé a
mentalizarme e intentar visualizarme todo el rato nadando sin el neopreno.
Sábado por la
mañana, madrugo para rodar una horita por los alrededores del hotel con Ivan,
compañero de trabajo que debuta en la distancia, y con quien he compartido
multitud de entrenos, sobre todo en la piscina. Desayuno rápido y nos dirigimos
al briefing en coche. Llegamos un poco tarde y al entrar al palacio de
congresos donde se hacía el briefing nos preguntan si somos élite, porque los
elite han de firmar y confirmar su presencia, para ellos es obligatoria por
reglamento. Nos miramos pensando en si nosotros teníamos cuerpos que parecieran
elite, luego nos dimos cuenta que era la pregunta de rigor a todo el que
entraba. Lo curioso es que justo detrás venía uno que no tenía mucha pinta de
triatleta y si dijo ser elite, nunca hay que fiarse de las apariencias. Al llegar tarde nos perdimos justo la info que
más nos interesaba, si se permitiría el neopreno o no. Por lo visto si que se
iba a permitir para los grupos de edad y sólo se iba a prohibir para los élite.
Bien!, salvados! casa!. El resto de la charla no aportó nada nuevo, aunque como
siempre hubo sitio para todo tipo de preguntas chorras de la gente, como si se podía adelantar invadiendo el carril contrario si la línea era discontinua, ni que fuéramos coches.
Al acabar el briefing nos juntamos con mis dos compañeros del Gavà Triatló que hacían la distancia FULL, Jordi y Javier. Nos dirijimos a la zona de la expo a recoger dorsales, gran ambiente, pero me tengo que ir pronto al pantano porque mis hijos están allí haciendo un acuatlón que había montado la organización para los más pequeños. Gracias a Ivan y su mujer que me acercaron al pantano, pude llegar hasta allí, aunque el más pequeño ya había terminado y sólo pude ver al segundo. De paso pudímos aprovechar para ver una parte del recorrido del día siguiente y el escenario donde se nadaba. Espectacular.
Camino de vuelta a Vitoria, donde encontrar algo para comer tipo pasta se convierte en una misión complicada, estaba todo lleno de triatletas con sus familias comiendo y buscando el mismo tipo de comida. Después de comer, al hotel a preparar las bolsas para la carrera y coger el coche para llevar la bici al pantano. Llegar al pantano es hacerlo a "flipatletalandia", repleto de triatletas con sus cabras en peregrinación para los boxes o rodando sorteando la carabana de coches para comprobar que todo está bien, con ese sonido de fondo de las ruedas al girar que tanto nos pone. Todo el mundo lleva cabra, y los pocos que van con bici convencional llevan acoples, debo ser el único que va sin. Antes de entrar a boxes me encuentro con una prima de mi mujer que vive allí y su novio que es ciclista. "Para mañana han prohibido el neopreno, me lo acaba de decir un amigo", me comenta él. "Cómo?, no puede ser, esta mañana han dicho que estaría permitido!". "Si, mira", me dice enseñándome un whatsapp. "Un momento, tu amigo no será elite, no?", esperando que la respuesta fuera SI. "SI, es élite". Haberlo dicho antes!, vaya susto me pegué. Por cierto, su amigo (Beñat Arnaiz) quedó tercer clasificado en la distancia HALF. Bici en boxes, fotos facebook de la bici preparada y del lago, para acompañarlas luego con mensajes de postureo del tipo "preparado para la batalla" para darle un tono más épico.
Busco a Ivan, pero me envía un mensaje de que se ha tenido que ir corriendo al hotel porque se ha dejado el DNI y no le dejan entrar en boxes. Coche de vuelta para Vitoria a dejar la bolsa de correr a la T1. Me encuentro con mi familia, y vamos a tomar algo antes de ir pronto a dormir. Nuestro hotel estaba en las afueras en un polígono, había llamado al restaurante de al lado del hotel para que me tuvieran preparado un plato de pasta, pero de camino al hotel nos perdimos y llegamos casi una hora más tarde. Engullí el plato de pasta apartado en una mesa yo solo en riguroso silencio y me fui a dormir las escasas horas que quedaban, para mi la parte más difícil.
Al acabar el briefing nos juntamos con mis dos compañeros del Gavà Triatló que hacían la distancia FULL, Jordi y Javier. Nos dirijimos a la zona de la expo a recoger dorsales, gran ambiente, pero me tengo que ir pronto al pantano porque mis hijos están allí haciendo un acuatlón que había montado la organización para los más pequeños. Gracias a Ivan y su mujer que me acercaron al pantano, pude llegar hasta allí, aunque el más pequeño ya había terminado y sólo pude ver al segundo. De paso pudímos aprovechar para ver una parte del recorrido del día siguiente y el escenario donde se nadaba. Espectacular.
Camino de vuelta a Vitoria, donde encontrar algo para comer tipo pasta se convierte en una misión complicada, estaba todo lleno de triatletas con sus familias comiendo y buscando el mismo tipo de comida. Después de comer, al hotel a preparar las bolsas para la carrera y coger el coche para llevar la bici al pantano. Llegar al pantano es hacerlo a "flipatletalandia", repleto de triatletas con sus cabras en peregrinación para los boxes o rodando sorteando la carabana de coches para comprobar que todo está bien, con ese sonido de fondo de las ruedas al girar que tanto nos pone. Todo el mundo lleva cabra, y los pocos que van con bici convencional llevan acoples, debo ser el único que va sin. Antes de entrar a boxes me encuentro con una prima de mi mujer que vive allí y su novio que es ciclista. "Para mañana han prohibido el neopreno, me lo acaba de decir un amigo", me comenta él. "Cómo?, no puede ser, esta mañana han dicho que estaría permitido!". "Si, mira", me dice enseñándome un whatsapp. "Un momento, tu amigo no será elite, no?", esperando que la respuesta fuera SI. "SI, es élite". Haberlo dicho antes!, vaya susto me pegué. Por cierto, su amigo (Beñat Arnaiz) quedó tercer clasificado en la distancia HALF. Bici en boxes, fotos facebook de la bici preparada y del lago, para acompañarlas luego con mensajes de postureo del tipo "preparado para la batalla" para darle un tono más épico.
Busco a Ivan, pero me envía un mensaje de que se ha tenido que ir corriendo al hotel porque se ha dejado el DNI y no le dejan entrar en boxes. Coche de vuelta para Vitoria a dejar la bolsa de correr a la T1. Me encuentro con mi familia, y vamos a tomar algo antes de ir pronto a dormir. Nuestro hotel estaba en las afueras en un polígono, había llamado al restaurante de al lado del hotel para que me tuvieran preparado un plato de pasta, pero de camino al hotel nos perdimos y llegamos casi una hora más tarde. Engullí el plato de pasta apartado en una mesa yo solo en riguroso silencio y me fui a dormir las escasas horas que quedaban, para mi la parte más difícil.
A day at the races
Me despierto empapado en sudor unos minutos antes de que
suene el despertador. Ducha fría para activar el cuerpo y últimos preparativos
antes de bajar a desayunar con todo "ready to go". No tengo hambre,
desayuno poco en compañía del resto de triatletas del hotel, todos en silencio.
Viene el bus a recogernos para llevarnos al pantano, parece una excursión del
cole, pero dentro nadie tiene ganas de juerga, todo el mundo se sumerge en sus
pensamientos excepto alguno que intentar sumar algunos minutos más de sueño.
Después de la pequeña excursión llegamos al pantano. Al bajar hay una leve
llovizna y hace fresquito, parecía que nos habíamos traslado de repente a otra
estación del año. Hay un breve paseo hasta boxes, a pesar de los nervios que
paso siempre los días previos a una competición, este es un momento que me
encanta. Me invade una sensación de paz y de calma mientras camino y va
amaneciendo, una sensación de "aquí es donde quería estar, donde quería
llegar". Una vez en boxes, hago un breve repaso de todo y como me sobra
mucho tiempo aprovecho para ir a los servicios que han habilitado antes de que
se colapsen de gente y de otra cosa que
no voy a mencionar. Llevo mi propio papel higiénico por si acaso, es una manía
que tengo desde que jugaba a fútbol americano, cagar es una parte esencial de
una partido/prueba, y nunca he querido dejarlo en manos del azar. He salvado
muchos culos gracias a esta manía. Una vez finiquitado el tema, me reúno con
mis compañeros del Gavà Triatló y con Ivan, con todo ya preparado. Me encuentro
también con mi familia, que han madrugado para poder verme, es un deporte
individual pero para mi somos un equipo, los necesito a mi lado.
Vaselina, risas nerviosas, fotos, pasan los minutos y cuando me doy cuenta oigo que por los altavoces comienzan a decir "triatletas salgan del agua". Como que salgan del agua si yo aún no he entrado?!. Vale, no tengo mucha pinta de triatleta y me cuesta responder a ese nombre, pero hago triatlón, ergo soy triatleta. Globero, pero triatleta. Antes de una prueba necesito meterme aunque sea unos minutos, sentir el agua y calentar un poco para que luego en la salida no notar la diferencia de temperatura, que puede provocar la sensación de que me falta el aire, así que voy corriendo a meterme en el lago mientras una de la organización no para de decirles a todos que vayan saliendo del agua, la pobre tenía faena, parecía una madre llamando a los niños a cenar, no le hacían ni caso. Había como 1.000 tíos dentro del agua, yo es que se contar muy rápido, y algunos se habían ido hasta bastante lejos calentando, así que había tiempo. Nado muy poco, uno de los primeros errores de la jornada, y salgo con ganas de que empiece ya el "dissufrimiento". Fuera del agua me reúno de nuevo con Ivan, y nos unimos a la procesión de triatletas hacía la salida, que se demora inexplicablemente unos 10 minutos. De fondo suena "Wave after wave", una canción de las que te tocan el punto G del alma, que entran lentamente, te desmontan por dentro y te trasladan a un sitio donde todo está en calma, todo es paz. El guionista de esta historia ha tenido buen gusto.
La espera se hace larga, finalmente dan la salida. Parecemos un documental de la 2 con un montón de pingüinos tirándose al agua de manera escalada. Me puse hacia el final y a la derecha para evitar golpes, pero sólo lo conseguí a medias, 1.000 tíos tirándose al agua en unos pocos metros cuadrados nunca fue una buena idea.
Bridge over troubled water
Los primeros metros me los paso entretenido buscando mi sitio para nadar, pero llevo un rato y el garmin que debería sonar cada 100m aún no ha sonado. "Debe estar mal configurado", me autoengaño. Pasan los metros y se me ha olvidado que es una prueba larga, quiero salir ya para coger la bici y sólo acabo de comenzar, otro error a añadir a la lista. Nado y comienzo a activar los absurdos mecanismos que tenía pensado para entretenerme en la natación, que es lo que más me cuesta. Pensar en la situación de las boyas como si fuera un GPS: "al llegar a la primera boya gire en la primera salida a la izquierda y siga recto 500 metros hasta la siguiente boya". No funciona, las boyas están demasiado lejos entre ellas. Redactar mentalmente la crónica como otras veces. No tengo buenas sensaciones y no me concentro en ello, tampoco funciona. Pensar en tonterías, parafraseando a Murakami, "De que hablo cuando hablo de nadar". Pensar en tonterías se me da bastante bien. Pero tampoco funciona. Se me han empeñado las gafas y no consigo ver la primera boya que está muy lejos, a tomar por culo vaya. Me voy quedando atrás, no sé si voy recto o me estoy desviando más que un borracho pintando una línea recta, y la vibración del garmin cada 100m tarda más que un gol de Oliver y Benji. Finalmente consigo llegar hasta el giro de los primeros 700m, ahora viene una recta de 500m, pero me da el sol de cara y si ya no veía, ahora menos. Estoy más perdido que un tanga en el culo de Falete. A mitad de recta me alcanzan los primeros del Ironman que salían 10' más tarde. Son pocos y educados y pasan por mi lado sin casi molestarme. Pero llegando a doblar la bolla para encarar la última recta de 700m, me viene el grueso de los que hacen distancia Ironman, aquí comienzan los problemas. Me paro un momento para ver por donde nadar y veo una riada de triatletas que vienen hacía mi. Parecía Rambo en "Acorralado" y rodeado de "charlies". Al estar parado me apartan a manotazos, por suerte como ya me he visto en esta situación otras veces, me aparté del meollo y fui a agarrarme a un kayac que había a un lado, para aplicar una técnica que me ha dado muy buen resultado últimamente montando muebles del Ikea: cuando estás obcecado con algo y no ves la solución, lo mejor es dejarlo un momento antes de liarte a martillazos con el mueble, despejar tu mente haciendo otra cosa durante unos instantes, y cuando vuelves ya estás centrado en lo que te queda por hacer. Así que tome aire durante un par de minutos apoyado al kayac, me limpié las gafas como pude, y volví a nadar intentando mantener la calma, mis objetivos de tiempo ya eran secundarios, se trataba de acabar la natación como fuera. Salgo del agua en 55', una vergüenza que no entraba ni en la peor de mis previsiones, no soy un gran nadador, pero la semana de antes había hecho el test en piscina en 35' haciéndolo a un ritmo normal, aún no sé que me pasó.
Camino de los boxes veo a mi familia, y ya saben por mi cara y por el tiempo que he hecho que no estoy bien. Neopreno fuera, casco, dorsal, voy por la bici y mientras me voy acercando pienso quien coño me ha cambiado los botellines? esos no son los míos! pero cuando estoy a punto de llegar a ella me doy cuenta de que no es la mía, es una muy parecida. Estaba tan descentrado que me había equivocado de bici. Visualizo la mía y paso por debajo de las barras para ir a por ella, y al cogerla oigo una vez que dice "Velasco", me giré pensando que sería alguien conocido animando, pero era una jueza que me dice "estás sancionado con tarjeta naranja por pasar por debajo de las barras, deberías haber dado toda la vuelta". Con el cabreo que llevaba no se me ocurrió otra cosa que responderle un poco borde: "vale, pero la salida por donde es?".
Vaselina, risas nerviosas, fotos, pasan los minutos y cuando me doy cuenta oigo que por los altavoces comienzan a decir "triatletas salgan del agua". Como que salgan del agua si yo aún no he entrado?!. Vale, no tengo mucha pinta de triatleta y me cuesta responder a ese nombre, pero hago triatlón, ergo soy triatleta. Globero, pero triatleta. Antes de una prueba necesito meterme aunque sea unos minutos, sentir el agua y calentar un poco para que luego en la salida no notar la diferencia de temperatura, que puede provocar la sensación de que me falta el aire, así que voy corriendo a meterme en el lago mientras una de la organización no para de decirles a todos que vayan saliendo del agua, la pobre tenía faena, parecía una madre llamando a los niños a cenar, no le hacían ni caso. Había como 1.000 tíos dentro del agua, yo es que se contar muy rápido, y algunos se habían ido hasta bastante lejos calentando, así que había tiempo. Nado muy poco, uno de los primeros errores de la jornada, y salgo con ganas de que empiece ya el "dissufrimiento". Fuera del agua me reúno de nuevo con Ivan, y nos unimos a la procesión de triatletas hacía la salida, que se demora inexplicablemente unos 10 minutos. De fondo suena "Wave after wave", una canción de las que te tocan el punto G del alma, que entran lentamente, te desmontan por dentro y te trasladan a un sitio donde todo está en calma, todo es paz. El guionista de esta historia ha tenido buen gusto.
La espera se hace larga, finalmente dan la salida. Parecemos un documental de la 2 con un montón de pingüinos tirándose al agua de manera escalada. Me puse hacia el final y a la derecha para evitar golpes, pero sólo lo conseguí a medias, 1.000 tíos tirándose al agua en unos pocos metros cuadrados nunca fue una buena idea.
Bridge over troubled water
Los primeros metros me los paso entretenido buscando mi sitio para nadar, pero llevo un rato y el garmin que debería sonar cada 100m aún no ha sonado. "Debe estar mal configurado", me autoengaño. Pasan los metros y se me ha olvidado que es una prueba larga, quiero salir ya para coger la bici y sólo acabo de comenzar, otro error a añadir a la lista. Nado y comienzo a activar los absurdos mecanismos que tenía pensado para entretenerme en la natación, que es lo que más me cuesta. Pensar en la situación de las boyas como si fuera un GPS: "al llegar a la primera boya gire en la primera salida a la izquierda y siga recto 500 metros hasta la siguiente boya". No funciona, las boyas están demasiado lejos entre ellas. Redactar mentalmente la crónica como otras veces. No tengo buenas sensaciones y no me concentro en ello, tampoco funciona. Pensar en tonterías, parafraseando a Murakami, "De que hablo cuando hablo de nadar". Pensar en tonterías se me da bastante bien. Pero tampoco funciona. Se me han empeñado las gafas y no consigo ver la primera boya que está muy lejos, a tomar por culo vaya. Me voy quedando atrás, no sé si voy recto o me estoy desviando más que un borracho pintando una línea recta, y la vibración del garmin cada 100m tarda más que un gol de Oliver y Benji. Finalmente consigo llegar hasta el giro de los primeros 700m, ahora viene una recta de 500m, pero me da el sol de cara y si ya no veía, ahora menos. Estoy más perdido que un tanga en el culo de Falete. A mitad de recta me alcanzan los primeros del Ironman que salían 10' más tarde. Son pocos y educados y pasan por mi lado sin casi molestarme. Pero llegando a doblar la bolla para encarar la última recta de 700m, me viene el grueso de los que hacen distancia Ironman, aquí comienzan los problemas. Me paro un momento para ver por donde nadar y veo una riada de triatletas que vienen hacía mi. Parecía Rambo en "Acorralado" y rodeado de "charlies". Al estar parado me apartan a manotazos, por suerte como ya me he visto en esta situación otras veces, me aparté del meollo y fui a agarrarme a un kayac que había a un lado, para aplicar una técnica que me ha dado muy buen resultado últimamente montando muebles del Ikea: cuando estás obcecado con algo y no ves la solución, lo mejor es dejarlo un momento antes de liarte a martillazos con el mueble, despejar tu mente haciendo otra cosa durante unos instantes, y cuando vuelves ya estás centrado en lo que te queda por hacer. Así que tome aire durante un par de minutos apoyado al kayac, me limpié las gafas como pude, y volví a nadar intentando mantener la calma, mis objetivos de tiempo ya eran secundarios, se trataba de acabar la natación como fuera. Salgo del agua en 55', una vergüenza que no entraba ni en la peor de mis previsiones, no soy un gran nadador, pero la semana de antes había hecho el test en piscina en 35' haciéndolo a un ritmo normal, aún no sé que me pasó.
Camino de los boxes veo a mi familia, y ya saben por mi cara y por el tiempo que he hecho que no estoy bien. Neopreno fuera, casco, dorsal, voy por la bici y mientras me voy acercando pienso quien coño me ha cambiado los botellines? esos no son los míos! pero cuando estoy a punto de llegar a ella me doy cuenta de que no es la mía, es una muy parecida. Estaba tan descentrado que me había equivocado de bici. Visualizo la mía y paso por debajo de las barras para ir a por ella, y al cogerla oigo una vez que dice "Velasco", me giré pensando que sería alguien conocido animando, pero era una jueza que me dice "estás sancionado con tarjeta naranja por pasar por debajo de las barras, deberías haber dado toda la vuelta". Con el cabreo que llevaba no se me ocurrió otra cosa que responderle un poco borde: "vale, pero la salida por donde es?".
Comienzo a pedalear y para no perder la costumbre, ya me
estoy meando. "Es mental, tira palante y calla" pienso, sigo
pedaleando. La primera parte es favorable, pero no estoy disfrutando, tengo en
la cabeza lo mal que he hecho la natación. "Agua pasada no mueve
molino", consejo que no paro de decirle a mi hijo mayor que siempre le
está dando vueltas a lo que ha hecho, y que debería aprender a aplicarme.
Consejos doy que para mi no tengo. La cabeza no me va y las piernas no me
responden, mala combinación. Pasan los kilómetros. Me maldigo constantemente
por no estar disfrutando con el paisaje y el recorrido tan bonitos. Pasan los
kilómetros. Si fuera una salida de Domingo me lo estaría pasando en grande,
pero no, mi mente no sabe saborearlo. Poco a poco me voy encontrando mejor.
Pasan los kilómetros . Llevo una hora, giro la vista a la izquierda y paso al
lado de un precioso campo de girasoles. Igual que se giran ellos al sol,
consigo girar mi mente hacía una zona más luminosa. Pedalea y disfruta coño, que esto es la hostia!. El
paisaje siguen siendo el mismo, pero ahora yo lo veo aún más bonito. Las cosas
no son sólo como son, si no también como las vemos, como las afrontamos. Frase
gratis de filosofía barata. Voy casi todo el recorrido sólo, habré pasado un
par y me habrán avanzado otros tantos, a parte de alguna chica de las primeras
clasificadas. Inicio la subida al pantano de Landa, donde comienza a haber
público animando. No es una subida ni larga ni dura y antes de darme cuenta ya
estoy terminando la primera vuelta. El paso por la primera vuelta está repleto
de gente animando, justo en ese momento me pasan varios con la cabra de la
distancia Ironman de los primeros clasificados a los que en un momento de
subidón sintiendo como si los aplausos para ellos también fuera para mi,
intento seguir un rato, hasta que se van alejando en la distancia a la vez que
va desapareciendo el público y cesando los aplausos. El recorrido ahora es un continuo sube
baja por la parte más bonita del circuito.
Pasan los kilómetros y el circuito ahora comienza a estar más concurrido al unirse los de la distancia Ironman. En una de las rectas hago una foto mental, como si viera una pintura al óleo. Carretera, árboles, triatletas acoplados con sus cabras a diferentes alturas de la carretera producido por la ondulación del paisaje, que iban desapareciendo en el horizonte lentamente, armoniosamente. Pasan los kilómetros, disfruto, me empapo de todas las vivencias de la prueba, diálogo conmigo. Paso a otro globero como yo, que se dedica a seguirme el resto de kilómetros y mantenemos un breve pique platónico adelantándonos mutuamente hasta el final del recorrido de bici. Entre tanto, llego a la parte final, menos bonita y con mas viento. Me pasa una moto de la organización y me dice que me aparte, no entiendo nada, hasta que al poco me pasa el primer clasificado del Ironman junto con las cámaras, Iñaki Maeztu. Yo, que aparte de ser flipatleta también soy frikiatleta, me sentía como si estuviese en un vídeo de Triatlón Channel, de esos que me he visto montones de veces en el Ipad antes de irme a dormir. Cuando faltaban unos 15-20 km's, en una recta en mitad de la nada estaba Eneko Llanos animando, su mujer competía en distancia Ironman. Pasan los kilómetros, viento, ganas de acabar, más viento. Al pasar por uno de los pueblos, había animando unos niños que me comenzaron a gritar "botellín, botellín", os juro que al principio pensé que era una palabra de ánimo en vasco que no había escuchado aún, hasta que al alejarme me di cuenta de que me estaban pidiendo que les diera un botellín de la prueba. Si muy obvio ahora para el que lo lee. Me supo mal, aunque no se los podría haber dado porque siempre guardo dos botellines de recuerdo, uno para cada uno de mis hijos. Me siguen pasando cabras acopladas a toda velocidad. Miro constantemente para ver cuanto me queda, los 5km's extras de este Half parece que los hayan puesto para joder. Llego a Vitoria y a una señora le da por cruzarse en un paso de peatones subida en su bici de paseo. Gritos, frenazo mío, frenazo suyo, me cago en ella mentalmente, y consigo evitar el desastre a costa de que mis maltrechos cuadriceps sufran cuando lo que les tocaba era descansar un poco antes de comenzar la carrera a pie. El voluntario que tenía que controlar ese cruce estaba distraído y con la guardia bajada, cosas de ir siempre de los últimos. Veo brevemente a mi familia que como siempre ya estaba sufriendo por mi, por fin llego a boxes. En Vitoria la transición es disociada, dejas la bici a un voluntario mientras tu te diriges a la carpa a cambiarte. Para acceder a la carpa se baja una rampa empedrada con un montón de gente animando y haciendo ruido aporreando las vallas. Así que allí estaba yo haciendo mi transición de globero con las calas puestas entre un montón de gente que te trataban como si fueras un PRO.
Foto Gentileza de "La Distancia + Larga entre AyB"
Pasan los kilómetros y el circuito ahora comienza a estar más concurrido al unirse los de la distancia Ironman. En una de las rectas hago una foto mental, como si viera una pintura al óleo. Carretera, árboles, triatletas acoplados con sus cabras a diferentes alturas de la carretera producido por la ondulación del paisaje, que iban desapareciendo en el horizonte lentamente, armoniosamente. Pasan los kilómetros, disfruto, me empapo de todas las vivencias de la prueba, diálogo conmigo. Paso a otro globero como yo, que se dedica a seguirme el resto de kilómetros y mantenemos un breve pique platónico adelantándonos mutuamente hasta el final del recorrido de bici. Entre tanto, llego a la parte final, menos bonita y con mas viento. Me pasa una moto de la organización y me dice que me aparte, no entiendo nada, hasta que al poco me pasa el primer clasificado del Ironman junto con las cámaras, Iñaki Maeztu. Yo, que aparte de ser flipatleta también soy frikiatleta, me sentía como si estuviese en un vídeo de Triatlón Channel, de esos que me he visto montones de veces en el Ipad antes de irme a dormir. Cuando faltaban unos 15-20 km's, en una recta en mitad de la nada estaba Eneko Llanos animando, su mujer competía en distancia Ironman. Pasan los kilómetros, viento, ganas de acabar, más viento. Al pasar por uno de los pueblos, había animando unos niños que me comenzaron a gritar "botellín, botellín", os juro que al principio pensé que era una palabra de ánimo en vasco que no había escuchado aún, hasta que al alejarme me di cuenta de que me estaban pidiendo que les diera un botellín de la prueba. Si muy obvio ahora para el que lo lee. Me supo mal, aunque no se los podría haber dado porque siempre guardo dos botellines de recuerdo, uno para cada uno de mis hijos. Me siguen pasando cabras acopladas a toda velocidad. Miro constantemente para ver cuanto me queda, los 5km's extras de este Half parece que los hayan puesto para joder. Llego a Vitoria y a una señora le da por cruzarse en un paso de peatones subida en su bici de paseo. Gritos, frenazo mío, frenazo suyo, me cago en ella mentalmente, y consigo evitar el desastre a costa de que mis maltrechos cuadriceps sufran cuando lo que les tocaba era descansar un poco antes de comenzar la carrera a pie. El voluntario que tenía que controlar ese cruce estaba distraído y con la guardia bajada, cosas de ir siempre de los últimos. Veo brevemente a mi familia que como siempre ya estaba sufriendo por mi, por fin llego a boxes. En Vitoria la transición es disociada, dejas la bici a un voluntario mientras tu te diriges a la carpa a cambiarte. Para acceder a la carpa se baja una rampa empedrada con un montón de gente animando y haciendo ruido aporreando las vallas. Así que allí estaba yo haciendo mi transición de globero con las calas puestas entre un montón de gente que te trataban como si fueras un PRO.
Running on Empty
Entro a la carpa. pero se entra por el lado contrario donde
se hacía el día de antes para dejar la bolsa del RUN. Esto me descentra, estoy
ido y me tengo que mirar mi dorsal varias veces para acordarme de que número
tengo, como cuando en una gasolinera miras varias veces el número del surtidor
donde has dejado el coche para pagar. Al final tengo que pedir el comodín de la
voluntaria porque no la encontraba. Para ponerme las bambas me tengo que sentar
porque mis cuadriceps son dos columnas, como si me las hubieran enyesado, mi piernas estaban más rígidas que las de un playmobil. Los
últimos 20 km's luchando contra el viento me ha desgastado demasiado. Tengo que
salir a correr, pero no quiero. Así como el año pasado en el Half Ironman de Calella tenía unas
ganas locas de ponerme a correr, en Vitoria no, por mi lo hubiera dejado allí.
Y punto final. Llevaba 4:40 de competición y aún me faltaba toda la media
maratón, que se dice pronto. Salgo a correr y se me cae el mundo encima, las
rampas me lo impiden desde el principio. A pesar de haberme tomado 4 pastillas de sal y haberme intentado hidratar bien, esta claro que algo he hecho mal. Hay muchísima gente animando en la
calle, intento correr con dignidad, aunque en realidad lo que parezco es un
chiquito acelerado y desacompasado, deseando llegar a una zona donde no haya
nadie para poder andar un poco, lo reconozco. A partir de ahí hasta el final
fue un calvario. Intentando correr lo que podía iba de avituallamiento en
avituallamiento, donde me paraba a beber, comer naranjas, plátanos, geles, lo
que fuera. Me llegan a dar una piedra y le doy un lametazo. Sobre el km 7 se puso a mi lado un triatleta canario y me dijo que
no andara que me uniera a él a su ritmo. "Tú no pienses, corre", era
el mantra que me repetía constantemente. Entre medio hablamos un rato y me
estuvo contando que era el 4º Half que hacía este año y que le quedaban dos más
para cumplir una promesa que le había hecho a su hermano que tenía cáncer. Y yo
agobiado por unas simples rampas. Después de un rato lo dejé ir, él estaba
acabando y no quería lastrarlo con mi ritmo. Quizás debía haber apretado los
dientes y haberle seguido un rato más, quien sabe. Richard Calle, campeón de España de Larga Distancia en 2013 y conocido del Gavà Triatló (a
veces ha llevado algún entreno en las pistas) y que se había acercado a ver la prueba, al ver el maillot del Gavà Triatló me
da ánimos: "para acabar esto hay que tener cabeza". Y ese era el
problema, mis piernas no iban y mi cabeza tampoco. A día de hoy aún no sé si mi
cabeza hizo que mis piernas tampoco fueran, o mis piernas hicieron que no fuera
mi cabeza. Me cruzo con Ivan que ya le queda poco para terminar, me alegro por
él, era su primer Half y tenía mucha ilusión por hacerlo y terminarlo.
Primer paso por meta aguantando el tipo como podía con tanta gente animando, pero cada vez las rampas iban a más, y mi ritmo a menos. Cada vez necesitaba andar más, cada kilómetro era una auténtica tortura. En la segunda vuelta ya había menos público, muy pocos triatletas de la distancia Half, y algunos de la distancia Full. A mitad de vuelta me paso una de las primeras clasificadas del FULL a buen ritmo, cuando yo iba a un ritmo lastimero, y oigo como una niña le dice a su madre: "Mama, porque ese señor corre tan despacito?". A esas alturas mi maltrecho ego estaba ya por los suelos, ni me afectó. Alguien me anima, "esto hay que acabarlo". "Podremos!" le contesto. Retirarse en algo no es negociable, salvo en caso de lesión o fuerza mayor. Como dijo el Che Guevara, "Hasta la Victoria Siempre". En los últimos kms me entraron ganas de llorar de impotencia, intentaba correr y no podía, nunca había tenido esa sensación. Hacer la media maratón en esas circunstancias, sin casi poder correr desde el principio con un montón de gente animando en la calle, me provocaba una gran sensación de ridículo. Siempre me preguntaba que le pasaría a esa gente que hace la media maratón en 2h:30', ahora ya lo sé. Aprovecho los momentos de debilidad para tener un pensamiento para la pequeña Noa que en breve estará con nosotros, y las muchas metas que me quedan por cruzar con ella. Casi estoy llegando y me pasan los dos primeros clasificados del Ironman, Alejandro Santamaría y Diego Paredes, en su particular duelo, y de nuevo estaba por allí Eneko Llanos animando, "vamos Velasco!", es lo que tiene llevar el nombre en el maillot.
Último km e Iker, novio de la prima de mi mujer, me viene a animar y me dice, "venga que está toda tu familia esperándote en la llegada". Sin saberlo, era la mejor frase que me podía decir, para mi tenía mucho significado. Era de los últimos, pero ahí estaban, incondicionales. Inicio el pasillo final con las gradas casi vacías, pero estaban mi mujer y mis hijos para llenarlas. Me acerco a darles un beso y un abrazo antes de entrar. Meta, fin del sufrimiento.
Después de comer me acerqué a animar y ver a mis compañeros que hacían el Ironman. El ambiente era increíble, no sé como serán los otros Ironman, pero el día que haga uno, Vitoria tiene muchos números para ser el elegido. Ver las entradas de la gente en meta es fascinante, estuve todo el rato con la piel de gallina. Hubo un par de pedidas de matrimonio al llegar a meta, que ya son ganas (anda, que yo ahora para eso no hacía ni un supersprint ;) ), gente con dedicatorias a su madre "allá donde estuviera", cada uno con sus motivaciones, sus miedos, su historia detrás. Finalmente llegó Jordi con su mujer e hijas esperando en las gradas, y poco después Javier también con toda su familia. Se lo habían currado y tenían su recompensa. Durante la natación pensé que nunca sería capaz de hacer un Ironman, ahora se que algún día lo haré, no se cuantos años pasarán ni cuantos intentos, pero lo haré.
Primer paso por meta aguantando el tipo como podía con tanta gente animando, pero cada vez las rampas iban a más, y mi ritmo a menos. Cada vez necesitaba andar más, cada kilómetro era una auténtica tortura. En la segunda vuelta ya había menos público, muy pocos triatletas de la distancia Half, y algunos de la distancia Full. A mitad de vuelta me paso una de las primeras clasificadas del FULL a buen ritmo, cuando yo iba a un ritmo lastimero, y oigo como una niña le dice a su madre: "Mama, porque ese señor corre tan despacito?". A esas alturas mi maltrecho ego estaba ya por los suelos, ni me afectó. Alguien me anima, "esto hay que acabarlo". "Podremos!" le contesto. Retirarse en algo no es negociable, salvo en caso de lesión o fuerza mayor. Como dijo el Che Guevara, "Hasta la Victoria Siempre". En los últimos kms me entraron ganas de llorar de impotencia, intentaba correr y no podía, nunca había tenido esa sensación. Hacer la media maratón en esas circunstancias, sin casi poder correr desde el principio con un montón de gente animando en la calle, me provocaba una gran sensación de ridículo. Siempre me preguntaba que le pasaría a esa gente que hace la media maratón en 2h:30', ahora ya lo sé. Aprovecho los momentos de debilidad para tener un pensamiento para la pequeña Noa que en breve estará con nosotros, y las muchas metas que me quedan por cruzar con ella. Casi estoy llegando y me pasan los dos primeros clasificados del Ironman, Alejandro Santamaría y Diego Paredes, en su particular duelo, y de nuevo estaba por allí Eneko Llanos animando, "vamos Velasco!", es lo que tiene llevar el nombre en el maillot.
Último km e Iker, novio de la prima de mi mujer, me viene a animar y me dice, "venga que está toda tu familia esperándote en la llegada". Sin saberlo, era la mejor frase que me podía decir, para mi tenía mucho significado. Era de los últimos, pero ahí estaban, incondicionales. Inicio el pasillo final con las gradas casi vacías, pero estaban mi mujer y mis hijos para llenarlas. Me acerco a darles un beso y un abrazo antes de entrar. Meta, fin del sufrimiento.
Después de comer me acerqué a animar y ver a mis compañeros que hacían el Ironman. El ambiente era increíble, no sé como serán los otros Ironman, pero el día que haga uno, Vitoria tiene muchos números para ser el elegido. Ver las entradas de la gente en meta es fascinante, estuve todo el rato con la piel de gallina. Hubo un par de pedidas de matrimonio al llegar a meta, que ya son ganas (anda, que yo ahora para eso no hacía ni un supersprint ;) ), gente con dedicatorias a su madre "allá donde estuviera", cada uno con sus motivaciones, sus miedos, su historia detrás. Finalmente llegó Jordi con su mujer e hijas esperando en las gradas, y poco después Javier también con toda su familia. Se lo habían currado y tenían su recompensa. Durante la natación pensé que nunca sería capaz de hacer un Ironman, ahora se que algún día lo haré, no se cuantos años pasarán ni cuantos intentos, pero lo haré.
Deportivamente no me ha ido como quería, ya se que no abandone, pero no creo que eso sea algo tan meritorio, al fin y al cabo el dolor físico es algo a lo que todos estamos preparados. Puedes estar un día con retortijones en tu casa, lo pasas muy mal, te tienes que aguantar y encima nadie te está esperándote para ponerte una medalla de finisher, en todo caso te están picando a la puerta para ver cuando sales.
Han sido muchas horas de diálogo interno, he llegado a recovecos de mi mente en los que nunca había estado, pero como siempre ha merecido la pena. Una cosa que me fascina y me tiene atrapado del triatlón de media distancia es que es como un chupito de vida concentrada, horas en las que todos los poros de tus sentimientos están abiertos y sufres y disfrutas más que nunca, vives más que nunca. Pasas por altos y bajos, momentos de querer tirar la toalla y momentos de venirte arriba. Y como en la vida, sólo seguir dandole a los pedales te va a hacer seguir avanzando, llegar a la meta.
Han sido muchas horas de diálogo interno, he llegado a recovecos de mi mente en los que nunca había estado, pero como siempre ha merecido la pena. Una cosa que me fascina y me tiene atrapado del triatlón de media distancia es que es como un chupito de vida concentrada, horas en las que todos los poros de tus sentimientos están abiertos y sufres y disfrutas más que nunca, vives más que nunca. Pasas por altos y bajos, momentos de querer tirar la toalla y momentos de venirte arriba. Y como en la vida, sólo seguir dandole a los pedales te va a hacer seguir avanzando, llegar a la meta.
Lo confieso: soy un adicto. Adicto al triatlón, adicto a la
vida.
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