La crónica del Half se había quedado en borrador durante más de un año, el otro día, después del día del padre, decidí terminarla, se lo debía, me lo debía.
Esta no será una crónica de nadar, ir en bici y correr. Ni será una crónica de tiempos. Porque hace tiempo que las competiciones pasaron a ser caminos sin un final, sino zanahorias para seguir buscando algo que nunca llega, porque el destino es el camino. Pasaron a ser algo a lo que agarrarse para que la maquinaria de la vida siga en funcionamiento.
Año 2020, ese número tan bonito y redondo para un TOC como yo amante de la simetría, era la fecha que estaba en mi mente desde hace años para hacer mi primer IRONMAN. La edad de mis hijos para ese 2020 y mi ritmo de vida, pensaba que me permitirían poder preparármelo y hacerlo en condiciones. Pero a mi edad, y aún no había aprendido que los planes a menudo no son más que un mero entretenimiento para nuestra mente, un pasatiempo a veces para alimentar nuestras excusas, y otras para soñar. En este caso un poco de las dos cosas.
Hace tiempo me dijeron que en un Ironman pasa siempre lo que no te esperas, y lo que esperas no pasa. Al final la vida no deja de ser una paradoja parecida a un IRONMAN, y así fue 2020. Un año en el que de repente parece que estábamos dentro de una película, en el que los protagonistas, los que teníamos que salvar el mundo, éramos nosotros. En mi caso, a mi historia el guionista le dio por hacerlo un drama con giros de guion con un final que nunca habría pensado que se daría. Mi padre era mayor, sabes que habrá que un día en que no estará, pero como quien quiere dormir un poquito más en la cama, así quería yo disfrutar de mi padre. Sabes que te tienes que despertar en algún momento pero te das media vuelta y te das 5’ minutos más de felicidad entre las sábanas. Así habían sido mis últimos años con mi padre, disfrutando de su compañía, de sus conversaciones, de su tiempo con mis hijos, de esos 5’ más. Y por mucho que sabes que un día no estará, por mucho que sabes que has podido disfrutar de él más de lo que esperabas, no se está preparado. El guionista de la vida quiso que no me pudiera despedir de él, que no le pudiera dar un último abrazo.
La muerte de un ser querido desata muchas cosas en tú interior, algo de lo que me gustaría escribir en otro post. En mi caso, fue doblar la esquina que algún día sabes que vas a girar, un punto de inflexión en que la mochila de los recuerdos comienza a pesar, y lo has de aprender a gestionar sobre la marcha. Pasados los primeros meses de su perdida, una vez llegó el invierno entré en un estado, en el que no me apetecía hacer nada. Pero la vida no funciona así, has de mover el culo, porque aunque lo que te apetezca es no hacer nada, todo sigue girando, y has de seguir currando y cumplir con tus obligaciones. Hay que seguir dándole a los pedales para que la vida siga. Así que el bloqueo y la desgana sólo se adueñó de mi en lo único dónde me lo podía permitir, a la hora de hacer deporte. Entré en una dinámica en la de dejar de hacer deporte y comer más, mala combinación. Y ahí es donde entra el buscar algo a lo que agarrarse, y la única manera que sabía como hacerlo, era apuntándome a una competición. Así que en Diciembre del 2020 decidí apuntarme al Half Ironman de Barcelona, ya había participado dos veces anteriormente, y por fechas “a priori”, tenía tiempo para poder prepararlo en condiciones. Cuando alguien ya no está con nosotros, tenemos la necesidad de poder rendirle un homenaje, demostrarle lo importante que fue para nosotros, que se pueda sentir orgulloso de nosotros, y sobre todo, poder seguir teniendo un vínculo con él, que la presencia física sea sustituida por una conexión que me gustaría pensar que es del Alma. La preparación y finalización del Half, era mi pequeño homenaje que le quería ofrecer. Para mi, cruzar la meta era mi manera de poder darle el abrazo que el covid me quitó.
Me apunté en Noviembre, quedaba casi un año y una operación de hombro pendiente y sin fecha. Así que al grito de “hay tiempo!”, fue pasando el tiempo sin hacer nada. Primero los Navidades, el clásico “en Enero empiezo”, y después, por suerte vino la esperada operación de hombro para intentar arreglar lo que se pudiera de una lesión de hacía casi 30 años, y que me ha pasado factura desde entonces. La operación fue bien, pero la preocupación por saber como te recuperarás, como se quedará tu hombro y si podrás volver a hacer ciertas cosas, no ayudaba a conseguir salir de ese estado de tristeza/desidia, no sabría como definirlo. Con el brazo en cabestrillo, sin hacer deporte, me dedicaba con el brazo bueno a comer para calmar la ansiedad. Cuesta abajo y sin frenos, pero con muchas ganas girar el volante y ponerme manos a la obra con la recuperación del hombro y la preparación del Half. Pero por suerte en la vida, después del invierno, llega la primavera. Me apunté al gimnasio, no hay nada como pagar algo para motivarte a no tirar el dinero. Comencé a hacer pesas para recuperar la musculatura, a nadar, a ir en bici, a correr…..todas esas cosas que se suponen que se han de hacer si quieres hacer un triatlón. Llevaba casi 2 años sin nadar, el primer día hice 700m, parando a coger aire cada 100m, por la tarde me encontraba hasta mal del “sobreesfuerzo”. Al día siguiente ya pude hacer 1.000 m, y al llegar yo todo orgulloso, uno de mis hijos me dice, “Papa, para el Half deberías nadar 2.000m como mínimo cada vez”. Joder, ya lo sé, pero si casi muero ayer con 700m!.
El entrenador de mis hijos (gracias Carlos) me pasó un entreno que tenía de 16 semanas para preparar un Half, y justo me quedaban 17, perfecto!. Me puse manos a la obra, e intentaba cumplir casi todo, aunque es como cuando uno comienza a escribir, al principio muy recto, luego se van torciendo los renglones…..pero creo que entrené bien dentro de mis posibilidades.
Los entrenos fueron una buena manera de conectar con mi padre, siempre fue una persona esforzada y trabajadora, y ahí estaba siempre en mi cabeza, en mis pensamientos, para ayudarme a ser constante. Mis hijos sabían que para mí hacer el Half, era algo más que simplemente nadar, ir en bici y correr un día, así que me acompañaron en muchos entrenos, querían mucho a su abuelo, y era una manera que teníamos de seguir todos conectados.
Mi gran preocupación, como siempre, era la natación. Así que es lo más tiempo le dediqué, pero esto del triatlón, es como querer taparte con una manta que no lo cubre todo, si tiras de un lado, el otro se queda en pelotas, y la bici y el correr se me estaban quedando al descubierto. Así que moviendo la manta de un lado para otro, intentando estirarla todo lo que podía, poco a poco fuimos avanzando en la preparación.
Todo iba bien, hasta poco más de un mes para el día de la prueba. Era un viernes, y me dio por mirar el recorrido de la natación, que lo acaban de colgar. Primero salían los del Half, y a los 5’ salían los del Ironman, y de repente me golpeó el recuerdo de mi último Half en Vitoria. Allí salimos primero los del Medio Ironman y a los 10’ salieron los del Ironman, lo que provocó que en el giro de la última boya antes de salir me pasaran todos por encima y casi abandono. No lo hice porque me costaba lo mismo finalizar la natación que ir a buscar ayuda, para que nos vamos a engañar.
A pesar de ser la vez que mejor estaba en natación, no le había dedicado tiempo a nadar en aguas abiertas, craso error. Ese mismo día se activó en mi el botón de alarma, decidí irme por la tarde a nadar yo sólo al Canal Olímpic de Castelldefels, que lo tengo al lado de casa. Una recta de 1.000m en la que vas nadando en paralelo justo al lado del borde del canal, con algún muelle entre medio. Un plan perfecto, tan imperfecto como todos los planes. Me puse el neopreno (que llevaba mucho tiempo sin ponérmelo), me lancé para nada los 2.000m de rigor, a los pocos metros aunque estaba nadando bien, comenzó a agobiarme la opresión del neopreno, hasta que llegué al primer muelle que está a 200m, y ahí me subí y me quedé sentado un rato, pensando que hacía allí, comenzaba a entrar en bloqueo. Acabé nadando apenas 1.000m y al acabar me quedé de nuevo sentado en el muelle de inicio. Bloqueado. Entré en un bloqueo como nunca me había pasado. Difícil de describir, y de entender. De 100 personas a las que se lo contara, 101 no lo entenderían. Y yo tampoco. Ahora en perspectiva, se porque fue. La carga emocional que llevaba asociada la prueba era demasiado grande, y no la supe gestionar.
Pensé que sería algo puntual, no lo fue. A partir de ahí, toda la preparación donde había disfrutado mucho, se convirtió en un agobio. De repente no quería hacerlo, era mi 4º Half y nunca me había pasado. En mi mente se instauró el NO QUIERO HACERLO. Me había comprometido a hacerlo en recuerdo a mi padre, pero otra parte de mi no quería hacerlo, lo que aunque suene extraño, me bloqueaba más. La parte final de la preparación de un Half requieren muchas horas de entreno, tiradas largas que te quitan tiempo de estar con la familia, y no paraba de pensar que hacía haciendo kms dejando de la lado otras cosas.
Siempre duermo sin problemas, pero me costaba dormir por las noches, se que algo tan absurdo como pasar unas horas haciendo deporte, porque al final un Medio Ironman no es más que eso, pero el stress del trabajo, del día a día y de la preparación me estaban afectando demasiado.
Cuando uno no quiere hacer una cosa, busca la puerta de salida por todas partes, yo no era capaz de encontrar una digna. De repente me acordé, que cuando te inscribías, al haber habido el tema de la pandemia de por medio, daban la opción de hacer el Half sin la natación, y lo que en su momento me pareció de lo más absurdo, fue al clavo al que vi la opción de agarrarme. Para optar por esa opción había que avisarlo con 15 días de antelación a la prueba, no podía tardar mucho en tomar la decisión. Hablé con Max, mi hijo mayor que hace triatlón, que me acompañara a nadar al mar el día de antes de finalizar el plazo, para acabar de tomar una decisión. Fuimos a nadar a la playa, hacía un día con un poco de lluvia, pero no había otro opción. Nadamos un rato, el agua estaba llena de medusas, lo que a mi es algo que no me importa mucho, pero a mi hijo si. Yo me encontraba muy a gusto nadando, poder compartir ese rato con mi hijo valía oro, y no me preocupaban las medusas….pero a él si le agobiaba. Finalmente nadamos poco rato y nos salimos sin haber cumplido lo que queríamos hacer. Ya en la playa, charlamos un buen rato, le expliqué mi decisión de acogerme a la opción no hacer la natación en el Half. Se sentía mal por no haber cumplido su parte de nadar todo lo deseado esa mañana, así que me propuso ir a nadar al canal olímpico por la tarde y hacer los 1.900m que tocaban. Por la tarde fuimos a nadar, y pasamos un rato muy agradable nadando en el canal, me sentía bien, e ir acompañado a su lado durante el trayecto fue un momento mágico, ser padre muchas veces es una mierda, pero en ese instante te sientes afortunado de poder compartir esos momentos con ellos. Hicimos los 1.900m en 39', estaba preparado de sobra, pero mi decisión estaba tomada. Iba a hacer la prueba, porque no podía dar marcha atrás, pero no iba a hacer la natación.
La semana de antes mi madre me dio una medalla de mi padre, quería llevarla el día de la prueba para que me acompañara. Al llegar a casa, de la emoción que sentía, no era capaz de ponerme la medalla, me tuvo que ayudar mi mujer. La carga sentimental que llevaba era muy grande, esa carga es la que me estaba bloqueando. No era una cuestión de nadar, ir en bici y correr.
Mi padre era de Montilla, un pueblo de Cordoba, igual que mi madre. Da la casualidad que su club de triatlon es de los mejores de España, así que para la competición había encargado un traje del Montilla Triatlón con los apellidos de mi padre, y de mi madre. Para mi no era sólo un homenaje a mi padre, también lo era para mi madre.
Y llegó el fin de semana de la prueba. Salimos para Calella sábado a primera hora, no voy a hacer la natación, pero decido llevarme el neopreno por si puedo nadar un rato el sábado antes de la prueba. Absurdo, lo sé. Absurdo como el bloqueo que tenía.
Hacía buen día, y la mar perfecta, la mar soñada para un día de competición. No tener que nadar me hizo ir muy relajado ese día, disfrutando del ambiente de Ironman y de mi familia. Por tema COVID no podía entrar la familia a recoger dorsales, al recogerlos me comenta el voluntario, que si quiero hacer la natación, que no habría problema, me hacen una solicitud en un momento y solventado. Estoy un rato dudando, se me pasa por la cabeza hacer la natación, no decirles nada a mi familia y que sea una sorpresa el Domingo. Un giro de guión de peli de sábado por la tarde a la hora de la siesta, que hubiera sido bonito. Pero ya había tomado una decisión, y además sabía que si decidía nadar, se torcería el día.
Mis hijos llevaban días diciéndome que un famoso instagramer y youtuber, un tal Jose Maria Lopez (@josemaria_lpz), estaría ese día haciendo el Ironman, y yo la verdad ni idea en ese momento (ahora ya lo sigo y me he dado cuenta que todo el mundo lo conocía). La casualidad es que Kilian, compañero de mis hijos en el equipo de triatlón, es quien le iba a grabar los vídeos que luego publicaría en redes sociales. Así que nos lo presentó el sábado, y Hugo tan contento de hacerse la foto con él. Después su madre, muy maja, estuvo viendo toda la competición con mi familia.
Domingo por la mañana, mis hijos mayores me acompañan a primera hora a la salida. Disfruto mucho del camino entre el hotel y los boxes, otro regalo de la vida, poder compartir ese momento con ellos. Si el mar el día anterior estaba perfecto, ese día era de los peores que he visto para una competición. Por momentos se pensó en anular la natación para todo el mundo, al final hicieron un paripé de entrar y salir del agua, tanto para la distancia Half como Full, supongo que no hacer la natación daba mal imagen a la marca IRONMAN después de haberla suspendido recientemente en varias pruebas.
Ya en boxes, después de dejar las cosas, pregunto como va lo de la salida para los que hacemos la natación. Nadie sabe como va, al final éramos 30 mataos, que realmente no sabían que hacer con nosotros, yo creo que ni habían pensado como hacerlo. Después de un rato de los jueces deliverando, que parecía sacado de un vodevil, deciden que saldremos en fila, de uno en uno con diferencia de 5 segundos (creo, ha pasado tiempo y no me acuerdo).
Hay que esperar a que los que han hecho la natación salgan del agua, son pocos minutos, porque han debido al estado del mar, han decidido hacer y un circuito de unos 600m tanto para el Half como el Full Ironman.
Me toca el turno, pillo la bici y primero a callejear por Calella hasta salir a la carretera, un poco extraño todo, entre subirme seco directamente de la bici, e ir con un montón de gente animando por la calle, cuando normalmente salgo de los últimos del agua y voy casi sólo acompañado de algún globero como yo.
Una vez en la carretera, en los primeros kms somos tantos que si no lo evitas, es difícil no caer en el drafting. Digo difícil, no imposible. Yo en ningún momento me puse a rueda de nadie, me ponía a un lado cada vez que tenía alguien delante, y problema solucionado. No por nada, al final la gracia de la media distancia es que eres tu sólo, no tiene sentido ponerte a rueda para sacar una mejor media y llegar más descansado al correr. Además, el que me conoce sabe que no se si saltarme un semáforo en rojo. A la ida hace mucho viento, no recordaba alguna salida en bici con tanto viento, por momentos vas pensando, que alguien cierre la puerta por favor!. Pero no me quejo, no tiene mucho sentido quejarse cuando las cosas van en contra. igual que no decimos nada cuando no van a favor. Como esta parte de la crónica la estoy escribiendo a posteriori con mucho tiempo entre medio, sólo recuerdo algunas cosas. Cuando hago cosas de media-larga distancia, me dedico siempre a pensar en tonterías, no soy bueno en casi nada, pero esto se me da bastante bien. Así que recuerdo que tenía muchas ganas de orinar, y que pensaba en los diferentes grados de sufrimiento. Tener ganas de orinar en la escala de dolor, por lo menos para mi, está por encima del dolor de piernas en la bici. Pero claro, luego siempre alabamos al que se esfuerza y lo da todo, pero no al que se aguanta tanto rato meandose encima. Nadie dice, mira que campeón que se estuvo 5 horas con ganas de ir al lavabo!. En fin, lo dicho, pensamientos absurdos que siempre ayudan a pasar el rato. También me entretengo mucho viendo a los otros participantes, e imaginando su historia, su motivación para ese día, como diría la canción "que harán en su tiempo libre". El circuito tiene fama de ser rodador y llano, que no digo que no, pero hay momentos que dices, esto no parará de subir y bajar, que yo no lo veo tan llano. Antes del punto de giro, hay una pequeña subida, la bajada la disfruto acoplado. Pero como todo lo bueno en la vida, se acaba y otra vez a remar contra el viento hasta que toca girar. En ese punto ya voy bastante sólo, hasta que llega el giro en falso llano hacía arriba. Y justo cuando voy a girar, vienen un grupo del Ironman, todos acoplados con sus cabras, en un clarísimo drafting. Como no me sale de ahí frenarme para dejarles pasar y girar después de ellos, cuando me pasan uno me dijo de todo. En fin, gente que se cree el centro del mundo, los globeros también tenemos derecho a vivir. A partir de ese punto, viento a favor y a disfrutar acoplado subiendo bastante la media. Si a la ida apenas iba a 25kms/h dándolo todo, ahora iba 35kms/h sin casi esfuerzo. Como dice la canción de Jarabe de Palo, "que bonito es cuando te va bonito". Se me pasó el rato volando, de hecho pensaba que me quedaba más, y justo en la última subida antes de llegar a Calella estaba mi familia esperando a verme pasar, sólo me dio tiempo para ponerme acoplado para la foto, que oye, siempre me ha hecho ilusión. De nuevo en Calella, a callejear hasta dejar la bici en boxes, media de 30kms/h cumplida, que era mi objetivo.
Dejo la bici en boxes, mientras me pongo las bambas para salir a correr, el que estaba a mi lado dejando la bici, todo contento me dice, "venga, que ya lo tenemos!". No se si era su primera vez y no quise hacerle spoiler, pero los 21kms de la media maraton que faltan se pueden llegar a hacer muuuy largos. El ambiente en Calella es increíble, música y mucha gente animando. Voy bien, pero ya se que es largo, y hay que ir regulando. Los primeros kms dirección a Pineda pasan relativamente rápido, hasta que toca girar, y de nuevo el viento comienza a castigar, además es una zona menos resguardada y correr se hace más incómodo. Acaba la primera vuelta más o menos entero, pero la segunda, una vez nos alejamos de Calella donde está el ambiente y se va hacía Pineda, empiezo a dar chispazos, incluso tengo que pararme en algún avituallamiento a comer e hidratarme bien. Hasta ese momento tenía margen para bajar de las 2h, que era mi objetivo, pero se me estaba empezando a ir. Por suerte, mis hijos se van turnando para ir corriendo a ratos conmigo por los laterales de la carrera sin molestar, sufriendo pero sintiéndome afortunado de poder compartir ese momento con ellos.
Es difícil disfrutar cuando uno va fundido, pero la última vuelta, me la había reservado para mis pensamientos, para tener un recuerdo de mi padre. Mis padres tenían un piso en Pineda de Mar, donde he pasado muchos veranos. Así que el paso de la última vuelta por Pineda era un recorrido sentimental por parte de mi vida, pasé justo por donde mi padre me enseñó a ir en bici, y pase también a escasos metros donde empecé a salir con mi mujer.
Encaro los últimos kms, y en mi cabeza suena "My ever changing moods" de The Style Council ("mis siempre cambiantes estados de ánimo"), una canción que me ha acompañados estos meses de entreno, y que los describen muy bien. Último giro y últimos metros para meta. Desde que me apunté a esta prueba, siempre había pensado como quería entrar en meta, caminando sobre la alfombra teniendo un recuerdo de mi padre, y lanzando un beso al cielo. Era mi manera de darle el último abrazo que la vida, el covid y un guionista de mierda me habían impedido darle. Mi familia estaba en las gradas al lado de meta animándome, llevaba tanto tiempo pensando en ese momento, que no los vi, lo siento.
Hace unos meses me encontré en casa de mis padres, unos cuentos que mi padre había escrito cuando tenía 15 años. Su padre, mi abuelo, murió cuando él tenía 14 años. Uno de los cuentos se titulaba "Héroe", y narraba la historia de un niño que se queda huérfano, y un día le pregunta a la persona que se quedó cuidandolo, como había muerto su padre, y le cuenta que murió salvando a otra persona, como un héroe.
Papa, tú fuiste mi héroe, tú me salvaste la vida muchas veces.
Te quiero.